"Serás como el clavel del aire que cuando el viento sopla, vuela; y cuando se calma, se posa en una rama y allí hace casa. Vivirás en todos los sitios y en ningún lado. Amarás a todos y a ninguno."

Este es mi blog de cosas maravillosas: las cosas increíbles que he visto, oído, probado, sentido, vivido, provocado, odiado, tocado, lamentado, apreciado, percibido, adivinado, olido, estimado, hallado, pensado, presagiado, sufrido, palpado, soportado, respirado y amado.


sábado, 17 de abril de 2010

Visita a la Tierra del Señor Hades, lugar: La Palma

Tenía un solo objetivo: en esta isla estaba el último volcán que había hecho erupción en la zona (o eso me habían indicado). Fue de nuevo el hacer dedo, el caminar kilómetros bajo el sol para el re-encuentro con el Señor de las Tinieblas en dónde todo se sumerge al fin. 

La Palma es muy distinta a Lanzarote. Parece una montaña que se emerge sobre el mar, y tiene muchos bosques. Es verde y roja, en muchos tonos. Es todo árbol y roca bajo el calor solar. 

Sin embargo, a medida que me acercaba al volcán, la vegetación disminuía claramente. Y fue otra vez el negro por escenografía, otra vez la desolación. La mayoría de la gente se quedaba en el primer volcán pero yo quería llegar a Teneguía, el último que había estado activo. Caminé muchísimo, y acá digo muchísimo y habló de caminos que subían y bajaban. Todo estaba seco, todo era roca. El Sol abrazaba y yo ya estaba cansado (era el cuarto día de caminatas). Finalmente, llegué al pie del volcán. Subí, paso a paso para verlo dentro. Y aquí fue mi sorpresa al hacerlo. 

Había vida.
Allí dónde todo había muerto y oscuro, seco, rocoso y fétido, encontré vida. Pinos, árboles verdes de un verde como el mismo verde... ¿cómo contarlo?... Entre tanto negro, entre tanta ausencia de hierba fresca, semejante verde generaba vértigo, mareaba la vida. Y detrás se
alzaba extenso, el increíble mar eterno. Vean conmigo la imagen: el negro de suelo, de pared y de base; el verde que emergía por dónde podía, siempre hacia lo alto, siempre con fuerza y vigorosidad y, detrás del cuadro, de fondo, el azul esmeralda del mar. Y esta fue una experiencia realmente fantástica. Allí donde había existido semejante muerte ahora crecían árboles, había vida. Allí mismo, dentro y no fuera del volcán. En el ojo del Mal. 

La figura cristiana de Hades es Lucifer, desterrado, siempre mal visto. Hay una versión que dice que Lucifer se rebeló contra Dios porque lo amaba y Él había ordenado a los ángeles adorar a los Hombres. No importa si es cierto o no. A mí me gusta que Lucifer quiera decir "el que porta la luz". Y que cuando Dios lo llama "Satanás" lo denota como "el enemigo". Pero hay luz en la oscuridad. Si Lucifer porta la luz de nuestra oscuridad, la que tenemos dentro, el enemigo somos nosotros mismos. Entonces vuelve a ser cierto eso de que la única victoria posible es sobre uno mismo. Se dice que Jacob luchó contra un angel de Dios, un angel negro, oscuro. Estoy seguro de que era él mismo. Luchamos contra la oscuridad, la nuestra porque la hemos llamado "Satanás". En cambio, amémosla por lo que es. La llama de una vela no brilla bajo el sol. La luz brilla en la oscuridad.

Mis honores, entonces, a Lucifer, a Hades, y a su esposa, la Reina de las Tinieblas, Perséfone.

Hasta nuestro próximo encuentro...

miércoles, 7 de abril de 2010

H2O

Selva. Verde y rojo. Verde en lo alto y a los lados... Rojo debajo de los pies... Hierro y vegetal. Una pesadez en el aire: humedad extrema. Aquí todo es abudante y excesivo: el calor, la humedad, la lluvia intensa que se desata de súbito (y entonces, el frío), los mosquitos, el tamaño de las hojas de las plantas... Nos llevan así entre barro rojo, hojas verdes y anécdotas de animales salvajes hasta la orilla de un río. Reparten entonces salvavidas. Yo, que debería saber usarlos tengo problemas para ponerme el mío. Nos subimos a unas lanchas que avanzan río arriba... llegamos al pie de unas cascadas, las vemos desde lo bajo... nos empapamos, gritamos, reímos. Participamos de esta fiesta acuosa natural. Nos mojamos mucho realmente, somos cuerpos que chorrean agua. Yo tiemblo, tengo frío. pero me encanta esta participación del agua.
Es luego el volver, contentísimos de la experiencia. El subir escaleras y regresar al punto de partida. Un chocolate caliente, algunas galletitas de chocolate. ¡Tenemos que reponer fuerzas! Y entonces el caminar por la selva, el bordear la roca y finalmente arribar a un camino de metal que va por encima del agua, como un largo puente. Vamos recorriéndolo paso a paso. El agua rítmica desplazante bajo nuestro, a un lado río desenfrenado que se acerca para precipitarse al vacío del otro lado donde el agua cae a chorros inconmensurables. Llegamos finalmente al ojo de la tormenta: La Garganta del Diablo. Vemos entonces el prodigio natural: el caudal poderoso, la fuerza imparable del agua, la espuma, el sol que llueve sobre nuestros rostros, la masa acuosa, la caída enorme. Somos altitud y somos ojos que ven ríos suicidarse contra la roca cientos de metros abajo.
Y en esta percepción del precipitado caer acuoso, uno siente que percibe lo Absoluto, la fuerza motriz que generó el mundo y que todavía lo mantiene en movimiento. Y surge entonces el deseo de ser parte con Ello, de no estar recortado como ser humano del resto de la Totalidad sino de desmembrarse en un caer que también sea acuoso y que divida el propio cuerpo y Ser en infinidad de gotas y moléculas, H2O, que saltan hacia lo bajo. Y así, el aferrarse al borde de la baranda no es ya una cuestión de seguridad en caso de mareo, sino un tacto que le recuerda a uno su proporción humana. "No te lances" dicen las manos que se aferran al frío metal, "No seas parte". Y es la lucha con uno mismo y con el vértigo, ese súbito deseo de entrega total, de desaparición de uno mismo, y de participación en algo más grande.
Pero es salvado uno. Una voz a mi lado comenta lo increíble que está viendo. Miro, veo ojos que me miran y sonríen, y sé que mi lugar es aquí, todavía. Ya habrá tiempo para el desmembramiento en la última hora, la fatal, aquella que nunca sabemos que ha llegado hasta que llega. Me salvaron.

Y en este blog de cosas maravillosas no podía faltar el prodigio del agua, la danza del caos acuoso que cae y nos regala espuma, belleza y vida. Lugar: Cataratas del Iguazú, Argentina.