"Serás como el clavel del aire que cuando el viento sopla, vuela; y cuando se calma, se posa en una rama y allí hace casa. Vivirás en todos los sitios y en ningún lado. Amarás a todos y a ninguno."

Este es mi blog de cosas maravillosas: las cosas increíbles que he visto, oído, probado, sentido, vivido, provocado, odiado, tocado, lamentado, apreciado, percibido, adivinado, olido, estimado, hallado, pensado, presagiado, sufrido, palpado, soportado, respirado y amado.


miércoles, 7 de abril de 2010

H2O

Selva. Verde y rojo. Verde en lo alto y a los lados... Rojo debajo de los pies... Hierro y vegetal. Una pesadez en el aire: humedad extrema. Aquí todo es abudante y excesivo: el calor, la humedad, la lluvia intensa que se desata de súbito (y entonces, el frío), los mosquitos, el tamaño de las hojas de las plantas... Nos llevan así entre barro rojo, hojas verdes y anécdotas de animales salvajes hasta la orilla de un río. Reparten entonces salvavidas. Yo, que debería saber usarlos tengo problemas para ponerme el mío. Nos subimos a unas lanchas que avanzan río arriba... llegamos al pie de unas cascadas, las vemos desde lo bajo... nos empapamos, gritamos, reímos. Participamos de esta fiesta acuosa natural. Nos mojamos mucho realmente, somos cuerpos que chorrean agua. Yo tiemblo, tengo frío. pero me encanta esta participación del agua.
Es luego el volver, contentísimos de la experiencia. El subir escaleras y regresar al punto de partida. Un chocolate caliente, algunas galletitas de chocolate. ¡Tenemos que reponer fuerzas! Y entonces el caminar por la selva, el bordear la roca y finalmente arribar a un camino de metal que va por encima del agua, como un largo puente. Vamos recorriéndolo paso a paso. El agua rítmica desplazante bajo nuestro, a un lado río desenfrenado que se acerca para precipitarse al vacío del otro lado donde el agua cae a chorros inconmensurables. Llegamos finalmente al ojo de la tormenta: La Garganta del Diablo. Vemos entonces el prodigio natural: el caudal poderoso, la fuerza imparable del agua, la espuma, el sol que llueve sobre nuestros rostros, la masa acuosa, la caída enorme. Somos altitud y somos ojos que ven ríos suicidarse contra la roca cientos de metros abajo.
Y en esta percepción del precipitado caer acuoso, uno siente que percibe lo Absoluto, la fuerza motriz que generó el mundo y que todavía lo mantiene en movimiento. Y surge entonces el deseo de ser parte con Ello, de no estar recortado como ser humano del resto de la Totalidad sino de desmembrarse en un caer que también sea acuoso y que divida el propio cuerpo y Ser en infinidad de gotas y moléculas, H2O, que saltan hacia lo bajo. Y así, el aferrarse al borde de la baranda no es ya una cuestión de seguridad en caso de mareo, sino un tacto que le recuerda a uno su proporción humana. "No te lances" dicen las manos que se aferran al frío metal, "No seas parte". Y es la lucha con uno mismo y con el vértigo, ese súbito deseo de entrega total, de desaparición de uno mismo, y de participación en algo más grande.
Pero es salvado uno. Una voz a mi lado comenta lo increíble que está viendo. Miro, veo ojos que me miran y sonríen, y sé que mi lugar es aquí, todavía. Ya habrá tiempo para el desmembramiento en la última hora, la fatal, aquella que nunca sabemos que ha llegado hasta que llega. Me salvaron.

Y en este blog de cosas maravillosas no podía faltar el prodigio del agua, la danza del caos acuoso que cae y nos regala espuma, belleza y vida. Lugar: Cataratas del Iguazú, Argentina.

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