"Serás como el clavel del aire que cuando el viento sopla, vuela; y cuando se calma, se posa en una rama y allí hace casa. Vivirás en todos los sitios y en ningún lado. Amarás a todos y a ninguno."

Este es mi blog de cosas maravillosas: las cosas increíbles que he visto, oído, probado, sentido, vivido, provocado, odiado, tocado, lamentado, apreciado, percibido, adivinado, olido, estimado, hallado, pensado, presagiado, sufrido, palpado, soportado, respirado y amado.


viernes, 29 de enero de 2010

Visión de lo prohibido

Me quedé sin disco duro portátil. Se cayó, dio un golpe y allí murió. Murieron también todas las fotos, diarios de viaje y videos que tenía dentro. Irrecuperable...

Sincrónicamente, viajé a Marruecos y tengo una vivencia fascinante de la que no pude tomar fotos.


Algo que me impresionó en Marrakech es que teníamos terminantemente prohibido entrar a la mezquita. Lo intenté una vez y la señora que estaba en la puerta sólo dijo “C'est interdit”. Sin más. No hizo falta ni un gesto, ni un tono de voz tenso o elevado. Me bastó para comprender la importancia que ese espacio tenía para ellos. O, no digamos “entender” pero saber que era necesario reservar una distancia respetuosa. Esta mujer no era empleada de la mezquita, era una mendiga que estaba en la puerta pidiendo monedas. Más tarde, pasando por otra, nos acercamos a la puerta y la gente (transeúnte que estaban de paso)se adelantó: “C'est la mezquite, c'est interdit!”. Fue un gesto que me encantó. El hecho de que fueran ellos mismos, no empleados de la mezquita, sino la gente misma que quisieran protegerla y que no permitían que fuese profanada por ojos occidentales me llenó de admiración y respeto. Contrasta con nuestra actitud, bastante más relajada, de “cada uno en su tema” y de esperar que sean otros los que se encarguen de cuidar lo nuestro.



Sin embargo, soy cabezota. Y tengo que ver aquello que tengo que ver. Así, caminando, nos encontramos frente a una mezquita de tres puertas, todas abiertas y nadie cerca de la puerta de la izquierda. ¿desafío o posibilidad? No dudé que fuera una oportunidad. Y las oportunidades hay que aprovecharlas cuando surgen. Me metí dentro, sin dudarlo. Sólo un metro o dos. No más. Con respeto, siempre con respeto. Recordaba la historia de Acteón y no anhelaba un final similar. Acteón, aquél que osó ver a la diosa Diana desnuda ("te valdrá aquello que tus ojos han visto") y fue, luego, transmutado en ciervo y cazado por sus propios perros de caza. Así que entré sólo un metro y medio, justo detrás de una mujer que se limitó a quitarse las sandalias y doblar por el pasillo a mi izquierda. Al instante, me sentí transportado. Estaba abrumado al participar de una visión prohibida. Debajo de mi camiseta, mi cruz cátara reposaba sobre mi piel. Era todo alfombras... pasillos y pasillos, alfombras en el suelo, alfombras en las paredes. Me incliné hacia la izquierda y vi dos hombres que venían caminando hablando bajo, barbas largas, una negra, la otra canosa, ropas oscuras y amplias. Me incliné hacia el otro lado y vi a otro hombre, mucho más joven, arrodillado en el suelo, manos delante de las rodillas, espalda flexionada y frente posada tan abajo como podía justo delante de la rótula. Entonces, se rompió la magia y volví a mí mismo. Desde hacía un ratito, un hombre me llamaba desde fuera. Salí con los ojos enormes, la respiración alterada. “C'est la mezquite!...” y me dijo que estaba prohibido entrar. Le expliqué que creía que era el Palacio Real (Que estaba a la vuelta), que lo lamentaba muchísimo, que no había entendido. Sonrió, calmado. Me dijo que no, que el palacio estaba delante, que esa era la mezquita y estaban prohibidas las visitas. Le pedí perdón. Me preguntó si era español y le hice saber mi origen argentino... “Ah! Amigo! Messi, Maradona!”. Quién iba a decirme, pensé entonces, que el fútbol y su detestable modo de vivirlo en Argentina me haría ganarme el llamado de “amigo” de parte de tantos desconocidos.

martes, 12 de enero de 2010

Y usted, señora, de dónde salió?

La foto habla por sí sola...


En mi último viaje a Londres, me meto en el metro ("the tube", según lo llaman ellos) y veo a esta mujer posiblemente recién llegada de Hogwarts o algún otro universo paralelo similar. Entre sus brillantes prendas decorativas, podemos observar un bolso que dice "London". Se ve que la mujer es londinense, entonces, y de las orgullosas de vivir en una ciudad en la que hay de todo (o casi todo). Al caminar por las calles de Londres, la sensación es que ahí hay partes de todo el mundo (ya daré mayores detalles cuando hable del British Museum...).

Para redondear, cuando veo a esta mujer tan particupar y amable me digo: "tengo que sacarme una foto con ella". Le pregunto si le molestaría, le explico que vengo del otro lado del Océano y sonriente me dice que "encantada, pero que me apure porque si llega el tren, se va". xD

Fue entonces el posar, sonreir, dar la cámara y "chic!" ya tenía mi foto :D Le agradecí varias veces (y se hubiera merecido más, al fin y al cabo, le robé un poquito de su alma...)

Inmediatamente después llegó el tren, se subió y desapareció de la multitud...

...misterio... :p

sábado, 9 de enero de 2010

El Fin del Mundo...

Se confunden los portugueses... que no me hablen de mapas cartográficos, de paralalelos y meridianos, para asegurar que el punto más occidental de la Europa continental es el Cabo da Roca... No, no y no.


Yo estuve en Finisterre y allí , cientos de gallegos me aseguraron se encuentra "El Fin del Mundo". Estas son las tierras a las que llegó Heracles cuando le enconmedaron que encontrara donde acababa la Tierra. Y aquí vi ponerse el Sol, el disco solar, brillante hundiéndose en las húmedas profundidades marinas. Dicen también que la bandera española cuelga de las dos torres (las torres de Hércules) una cinta que cita "Plus Ultra" ("más allá") indicando que su corona reina en las lejanas tierras, añadidas por Cristobal, el marino.

Tres ritos realicé en estas tierras, las del fin:

* ver el atardecer, la muerte del Sol en el Horizonte, confiando en que mañana renacería, creyendo que el Sol, luz y consciencia, andaría durante la noche los pasadizos del Inframundo para volver resucitado a emerger al día siguiente

* quemar una prenda: quemé mi bastón, que me había acompañado durante un mes por el Camino de Santiago, empezado hacía algo de 1 mes, en la frontera francesa

* bañarse desnudo en el mar del Fin del Mundo. No me atormentó ni el frío, ni las olas tumultosas.


Ver el fin del día en el fin del mundo fue otra de mis experiencias maravillosas...